El derecho penal ha ido adquiriendo en las últimas décadas gran complejidad técnica. Sucesivas reformas del código penal han ampliado enormemente el catálogo de delitos y marcado distintas políticas criminales no siempre compatibles entre sí. La especialización exclusiva en el ámbito jurídico es hoy imperativa si se pretende ofrecer un servicio de calidad. En el campo concreto del derecho penal esta especialización debe abarcar tres áreas:

• Derecho Penal Sustantivo. Asistimos a un constante proceso de expansión y tecnificación del derecho penal. Nunca hasta ahora las reformas de un código penal habían sido ni tan sucesivas en el tiempo ni tan extensas. La aparición de nuevos delitos y nuevas formas de criminalidad (delincuencia organizada, delincuencia económica de segunda generación, corrupción, delitos tecnológicos) exigen una formación continua y un conocimiento en profundidad de los problemas de aplicación que se presentan en la práctica forense.
• Derecho Procesal Penal. Tanto en la definición de estrategias de defensa como de acusación, el derecho procesal va adquiriendo día a día un mayor protagonismo. No en vano gran parte de las sentencias absolutorias se consiguen por la anulación de pruebas de cargo que, a la luz de la jurisprudencia de la Sala Segunda del Tribunal Supremo o del Tribunal Constitucional, han supuesto vulneración de derechos fundamentales. Por otra parte, un conocimiento exhaustivo del derecho procesal garantiza que se puedan utilizar con el mejor rendimiento todos los medios probatorios de que disponga la parte.
• Criminalística. La práctica ante los Tribunales de justicia demuestra que en numerosos procedimientos el abogado penalista debe apoyarse sobre las ciencias empíricas. En ocasiones el éxito de un proceso depende en gran modo de los conocimientos técnicos que puedan haberse adquirido en materias como medicina legal y forense, psicología criminal o balística. Mi formación avala los conocimientos y servicios que ofrezco en esta área.

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